-.-.-.-Todas las fotografías que aparecen en este blog forman parte del Archivo Fotográfico de Maluenda de Jesús Gil Alejandre.-.-.-.-.-.

viernes, 26 de diciembre de 2014

MILAGRO EN LA ERMITA DE LA SOLEDAD DE MALUENDA

Cuenta Mossen Manuel  Evaristo  Calvo, en su libro Memorial Devoto de la Soledad de Maluenda (1863), que se hallaba una doncella de Paniza cercada ya de los facultativos que habían convenido en consulta amputarle el brazo a consecuencia de una caries rebelde a los recursos del arte y de la medicina.
Al preparar los medios para el efecto, exclamó la joven: ¡No consiento se me corte el brazo sin ir primero a visitar a la Virgen de la Soledad de Maluenda, quien espero me lo ha de curar!
 
 
¡Cosa sorprendente! Sus padres y circundantes ni habían oído denominar esta Virgen, ni pudieron comprender como la enferma hubiese adquirido su noticia. Pero el amor paterno y su buena fe hicieron suspender la operación y prepararse para venir con la hija a su propuesta visita.
Vinieron, en efecto, y al concluir la misa que mandaron celebrar, dijo la enferma: ¡Ya tengo bueno mi brazo! y al hacer movimiento se desprendió un hueso fétido que todos vieron con asombro y gozo. Su padre le quitó el vendaje y resultó verse el brazo árido y poco nutrido pero cicatrizado, ágil y bueno.
A los dos meses volvieron a dar las gracias a la Virgen sin novedad, y haciendo la joven los oficios y labores de sus sexo.


En el mismo libro se señala que una casada de Morenilla partido de Molina de Aragón, padecía desde hace doce años un insufrible dolor de estómago  rebelde a todo medicamento; se le agregó además a tan penoso accidente una parálisis casi general, que le vino a imposibilitar completamente. En este apuro, su consorte, le ofreció llevarla a visitar y rogar personalmente a  Nuestra Señora de la Soledad de Maluenda, sobre una mula. Al llegar al Santuario bajó de la mula por su propio pie, quedando curada por completo. Muchos años han vuelto a dar gracias y nos han referido que desde aquel día no ha sentido más sus dolencias.

Otro nuevo milagro obró con una mujer de Fuentes de Jiloca, que era tenida por energúmena y fue llevada al Santuario para que la exorcizara. Informado, pues de sus antecedentes, y haciendo algunas observaciones de las que previene el Ritual, consideró Don Manuel Evaristo, que verdaderamente había algo más en ella que una enfermedad o demencia y procedió al efecto . Mandó colocarla ante la Sagrada Imagen de la Soledad y situado el cura al lado del altar con la precaución debida, leyó el  exorcismo en singular. Exorcizó  y la mujer, con voz expresa  y tono burlesco dijo en latín: Nom unus se milla posidemus eam (No uno, sino mil lo poseemos). El cura casi se desmaya, ya que no estaba acostumbrado  ni era de los más crédulos en materia de energúmenos, pero alentado por la Santísima Virgen, procedió a leer el exorcismo en plural. La mujer a partir de ese momento se tranquilizó. Marcharon a su pueblo y no tardaron mucho en volver a dar las gracias y contar que al caminar hacia Fuentes se desmontó violentamente al pasar por las ruinas de la ermita de San Marcos, se sentó y dijo: No hay más orden; aquí nos quedamos. Y desde entonces seguía en su estado normal.

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